Los colegios residenciales internos tienen la ventaja de favorecer un entorno muy joven, que no puede garantizarse siempre en las familias anfitrionas. Los estudiantes van a clase juntos, practican deportes juntos y viven juntos. Esa unidad permanente favorece profundamente la socialización de los jóvenes, que crean vínculos muy bonitos entre ellos. Transcurridas unas semanas, los estudiantes conforman grupos de amigos que se convertirán, durante todo un año, en una familia inseparable donde aprender y crecer.
Como consecuencia de esta socialización constante, los estudiantes adquieren y liberan muchas habilidades sociales. También aprenderán a gestionar determinados aspectos por sí mismos, lo que implica una oportunidad de desarrollo personal y emocional muy importante. Aunque, y esta es la cuarta razón, no estarán totalmente solos. Las residencias internas cuentan con House Parents. Personal adulto del colegio que también reside en las instalaciones y que se encargan de ayudar y asesorar a los estudiantes en todo momento.